7 febrero 2022

Las competencias digitales como motor de la innovación

Estamos, sin duda, ante una revolución tecnológica sin precedentes, en la que si bien las empresas deben tener un protagonismo y responsabilidad adicional, sin el concurso del conjunto de la sociedad, el reto será difícilmente asumible. Es el momento de la innovación tecnológica y del fomento de nuevas competencias digitales y organizacionales, que solo podrán desarrollarse si las personas que integran las organizaciones asumen liderazgos e incorporan esas competencias dentro de una nueva cultura empresarial orientada a la innovación y la flexibilidad.  

Desde Fundación LAB Mediterráneo somos conscientes de que, sin un cambio de actitud en las personas, las empresas tendrán complicado adaptarse y crecer. Las organizaciones con largo recorrido y las personas que las integran tienen mucho que aprender de las startups y su capacidad de abrazar nuevas competencias digitales que posibilitan cambios y aportan valor, desde una estructura organizacional extremadamente ágil. 

 

 

Las competencias digitales: más allá de las competencias tecnológicas 

Tendemos a pensar que asumir competencias digitales es, fundamentalmente, aprender a usar nuevas tecnologías, pero el cambio que debe producirse es mucho más profundo. Las nuevas habilidades tienen mucho más que ver con un cambio en los modelos de comunicación y gestión de la información dentro de la organización. Se trata, en definitiva, de un cambio cultural, antes que tecnológico. 

Para ello hace falta valentía, ya que no todo el mundo reacciona igual ante un cambio, y es posible que se encuentren resistencias motivadas por desconocimiento o desconfianza. Después de todo, algunos puestos de trabajo están desapareciendo y otros exigen nuevos conocimientos que se amplían sin cesar. 

Para vencer estas resistencias que, insistimos, no vienen motivadas por un simple cambio de software, sino por una auténtica reinvención empresarial, es importante trazar un plan estratégico de transformación digital basado en 3 ejes fundamentales; la cultura, la estrategia y la tecnología.  

El cambio de cultura empresarial y las competencias digitales  

La capacidad de transformación (que hará posible que exista capacidad de innovación) en un negocio va a implicar un cambio de cultura empresarial. Conocer bien las capacidades más tecnológicas, así como las capacidades de reinvención y adaptación de los trabajadores, permitirá detectar las mentes más abiertas a la transformación. 

 Detectados los individuos que serán capaces de contagiar el entusiasmo por nuevas formas de trabajar, la empresa podrá plantearse cambios internos más profundos.  

 En ese sentido, John P. Kotter, profesor emérito en la Harvard Business School, aconsejaba cómo enfocar el cambio por parte de las empresas: 

  • Es necesario que todo el equipo sea consciente de la necesidad de asumir estas nuevas competencias digitales y organizacionales. A esta tarea la bautizó como “creación de un sentido de urgencia”. 
  • El siguiente paso será encontrar en cada departamento a las personas que puedan transmitir el impulso necesario para la asunción de las competencias. 
  • Habrá que dar forma a la nueva visión de empresa y objetivos y encontrar la manera de comunicarlos y compartirlos. 
  • En esa tarea también será necesario detectar los obstáculos, las resistencias, y trabajarlas para eliminarlas. 
  • Dividir el proceso de transformación en metas sucesivas ayudará a crear sensación de éxito continuo. 
  • Por último, será imprescindible consolidar día a día el hábito de la transformación. Y habrá que estar siempre pendiente de su evolución.  

Empezar con pequeños logros se puede convertir en un gran éxito, al multiplicar con ello la implicación de las personas, base de la agilidad y de la transformación. 

 

 

Consejos para equipos humanos sin miedo

Para empezar, deberíamos hablar de la formación, pero no de una formación en sentido clásico, sino de algo completamente transversal. En la empresa actual cabe la posibilidad de que se rehúyan las actualizaciones digitales. Esto supone todo un reto que los departamentos pueden afrontar apoyándose en sus perfiles más digitales para liderar la transformación de forma continuada.  

La iniciativa formativa debe partir de la propia organización, aunque requiera asistencia de profesionales externos. Por un lado, se trata de hacer posible un mejor desempeño del trabajo abrazando las nuevas tecnologías (upskilling) y nuevos campos de conocimiento (reskilling). Por otro, se debe abordar la transformación cultural necesaria para el nuevo paradigma de agilidad organizacional.  

Esta formación trata no solo sobre el manejo de las herramientas, sino que también debe asumir el desarrollo de capacidades que servirán para mucho más: trabajar el liderazgo colaborativo, el trabajo en equipo, la capacidad de adaptación, el intraemprendimiento o la multidisciplinariedad como garantía de flexibilidad. Estas competencias proporcionan agilidad organizativa, que es tan necesaria como el aprendizaje de los útiles digitales. 

Otros enfoques necesarios para los equipos se basan en el desarrollo de la colaboración, la honestidad y la flexibilidad. Permitiendo que desde los propios grupos, se desarrolle la autonomía, aportando nuevos enfoques o ideas y convirtiéndose así en actores de cambio. 

Los empresarios sentimos la necesidad de compartir nuestro impulso. La transformación digital se basa en una nueva cultura en la que, desde los espacios de participación, se alimenta un ambiente donde ese impulso se contemple como un objetivo común y propio.  

La transformación digital es, sobre todo, un reto organizacional para el empresario, que le exige dirigir a sus equipos hacia un nuevo statu quo de agilidad y participación. Hoy estamos cada vez más preparados para este reto. Ser empresario es hacer, pero también es saber replantear lo establecido para construir equipos que avanzan.  

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